Hace poco tiempo, gracias a las redes sociales me reencontré con un amigo de la adolescencia, un amigo del colegio con el que compartí momentos que seguro forjaron, en parte, mi forma de ser y de ver el mundo. Ese grato reencuentro a través de mensajes de correo y las ganas de seguir compartiendo nuestras afinidades, me hizo retrotraerme a un pasado que tenía algo olvidado. Baricco hace ese mismo ejercicio pero de modo magistral en Emaús, donde cuenta la vida de un grupo de amigos adolescentes, inseparables que, en realidad, apenas se conocen, que creen saberlo todo pero el mundo les resulta extraño y desconocido, donde lo que imaginan poco tiene que ver con la realidad. Es un retrato de ese periodo por el que todos hemos pasado, alejado de la felicidad pero que supone el inicio de la búsqueda de la sabiduría.
He puesto sobre la mesa todos los libros que tengo de Baricco, en total doce, incluidos tres ensayos. Es un autor cuya forma de narrar me sedujo desde que leí Seda y Novecento. Pero Emaús no es el Baricco de Seda, ni tiene la magia de Océano mar; tampoco es el Baricco de los sueños entusiastas e imposibles de Tierras de Cristal y Esta historia. Aquí de nuevo arriesga como lo hizo al reescribir La Iliada en Homero, Iliada o en la fábula de venganzas de Sin sangre o en el mosaico de historias que componen City y, en ocasiones, por su carácter social y ético se acerca a los ensayos de Next o Los Bárbaros.
Incluso aunque el tema de Emaús no me apasione, donde todo gira alrededor del deseo de unos jóvenes frenado por el deber moral que les impone la férrea educación católica de los años setenta italianos, el estilo inconfundible de Baricco, su potencia expresiva y la madurez de su prosa hacen que éste sea un libro muy recomendable que nos hará reflexionar sobre la influencia de nuestros amigos en nuestro pasado adolescente.
Emaús
Alessandro Baricco Traducción: Xavier González Rovira
Editorial: Anagrama (2011).
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