Ramón Gómez de la Serna, La mujer de las manchas preciosas

La mujer de las manchas preciosas
El doctor de las enfermedades secretas se quedó maravillado cuando aquella enferma en su último grado entreabrió sus ropas. “Desnúdese más”, la dijo pálido de emoción, y vio que toda ella estaba llena de las más preciosas manchas, unas manchas de un verde oro como el verdín de las peñas que quedan en los rincones del mar, combinado con otros matices de un verdín de estatua oxidada o de serpiente maravillosamente verde, con reflejos metálicos. Sobre la carne blanca aquel verde resultaba vivo, humano, adorable, lleno de una simpatía extraordinaria, como con suavidades y tersuras de un leve terciopelo verde. Carne de Dafne era aquella carne, y el doctor perdió la cabeza ante aquella carne manchada y corrompida de un modo precioso y adorable, y, sabiendo cómo se corroería su vida por el contacto, pecó y unió su existencia y su muerte a la de aquella mujer de las manchas de un verde inefable.
Ramón Gómez de la Serna, La mujer de las manchas preciosas (Disparates y otros caprichos, Menoscuarto, 2005).

Ramón Gómez de la Serna










Disparates y otros caprichos
Ramón Gómez de la Serna

Menoscuarto, 2005

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