Parece que la literatura fantástica va estrechamente ligada al cuento más que a ningún otro género literario. Y es que en el cuento, la brevedad juega a favor de la sorpresa. Un buen ejemplo del cuento fantástico actual lo encontramos en el libro Distorsiones de David Roas. El volumen lo conforman veintinueve cuentos en los que predominan los personajes solitarios, cargados de obsesiones y, en cierto modo, frustrados, apartados de una sociedad que no ve lo que ellos ven, que no siente como ellos sienten. Todos los relatos parten de una realidad cotidiana a la que se añaden elementos que la distorsionan hasta sumergirla en mundos de irrealidad; unos mundos fantásticos que pueden ser, a veces, claramente patológicos y, otras, tocar los espacios del surrealismo pero siempre están enmarcados por un sutil sentido del humor.
La primera parte, con el título de Espejismos, la componen veinte cuentos cargados de ingenio. Allí podemos encontrar, entre otras historias, la cautivadora obsesión que produce la visión de una casa en medio de un trayecto de tren, las elucubraciones cargadas de envidias de un astronauta que no ha sido llamado para la gloria, la naturalidad con la que un joven militar alemán vive el más crudo de los espantos, cómo una simple cortina de un avión puede separar el placer del horror, el enterrador de un cementerio que sólo contabiliza los años buenos que han vivido las personas sin importarle sus años biológicos, la vida anodina de una chica que tiene una revelación al leer un artículo en la prensa sensacionalista, la risa inquietante de un bebe que aún no ha nacido, realidades que se desdoblan, pactos con el diablo firmados desde la indiferencia, muertos —un adulto y un niño— a los que nadie les ha advertido de su nuevo estado, deseos reprimidos ante un vendedor de esperanzas, la realidad sin sentido de un montañista que sufre una insólita metamorfosis o la historia de un hombre que al entrar por la puerta de su casa se ve de nuevo en la calle.
En la segunda parte, bajo el título Asimetrías se presentan nueve microcuentos entre los que predomina el tema de la muerte y la incierta relación, cargada de temor a lo desconocido, entre lo vivo y lo muerto. Con ingeniosos puntos de vista, pero siempre con un toque jocoso y de fina ironía, regresamos a las leyendas de vampiros cuando se hacen realidad en la mente de un niño, advertimos la imposible comunicación entre espíritus o fantasmas con nuestro mundo, descubrimos la apacible ruptura que la muerte puede provocar en una insistente rutina o asistimos a la celebración familiar de una muerte anunciada. Completan esta colección cuatro brillantes microcuentos surrealistas donde los personajes narradores se ven sorprendidos por una extraña lluvia de una tarde calurosa, la inquietante luz que desprende una casa dibujada, la insólita coincidencia de un número de habitación en diferentes hoteles o la genial contemplación de un espejo que refleja una imagen retrasada.
La solución de cada cuento, siempre imaginativa y sorprendente, puede estar escondida en una sola frase que da un vuelco al relato, un giro con el que toma un sentido diferente al esperado.
Distorsiones
David RoasPáginas de Espuma, 2010
Gracias Ricardo por la reseña de este libro, me has dado la pista definitiva para orientar mi próxima lectura. Además, llega en un momento en que estoy empezando a escribir relatos. Nunca es tarde si la dicha es buena. Enhorabuena por el blog, tanto por su cuidado diseño y presentación como por sus contenidos. Había entrado puntualmente pero a partir de hoy será una referencia ineludible para mí. Enhorabuena por tus relatos y microcuentos, me han gustado mucho.
ResponderEliminarQuerido Ricardo:
ResponderEliminarAquí David Roas. Mil gracias por los comentarios (y elogios) a mis Distorsiones. Y por la propaganda... Celebro que te hayan gustado. Mil abrazos y un gran 2011 (que, si te fijas, es 201 + 1, je, je, je).
Gracias a ti por hacernos pasar buenos momentos con la lectura de tus cuentos.
ResponderEliminar¡Feliz y productivo 201+1!
Un abrazo.