Lara Moreno, Futuro imperfecto

Futuro imperfecto
Dijiste ya te pegaré y yo supe o quise entender que me estarías pegando durante horas, hasta que mis nalgas estuvieran rojas y calientes y el líquido de entre mis piernas hiciera un ruido de charcos pisoteados. Dijiste ya investigaré y yo vi o quise adivinar que estarías horas así, husmeando en mi cuerpo, hasta que la nariz se te quedara atascada de tantos lunares desperdigados, hasta que mi piel fuera un erizo escalofriante entre tus dientes (tus dientes y el pezón, tus dientes y el ombligo cuenco valle y reposo, un clítoris púrpura chocando con tus dientes tan blancos). No sé qué más dijiste. Algo así como mastúrbate, pero que no te oiga.
De todos modos nunca terminé de creerme los futuros imperfectos que te salían de la boca, a las cinco menos cuarto de la madrugada, mientras limpiabas mi vientre con papel higiénico, pero con la delicadeza de un orfebre. El lenguaje del sexo es tan engañoso.
Esta mañana me he cruzado contigo por el parque. Tu capacidad para sonreír a pesar de todo, sin que nada pese, me hace enfurecer. Te has inventado un idioma nuevo para mí, para lo que ahora somos (por lo que nunca fuimos), y te has despedido diciendo cosas absurdas y ciertas, como por ejemplo nos vemos en la próxima parada o cuídate. No hay tranvías en Madrid, así que he entrado con disciplina en el primer bar que he encontrado, he mirado largamente al camarero, en señal de solicitud, y sentada en el váter de un minúsculo cubículo no demasiado sórdido, me he vengado de ti, los dedos introducidos, las rodillas notando el frío inmóvil de los azulejos, de tus palabras de las cinco menos cuarto, de tus embestidas de las once y media de la mañana, me he vengado de mí misma, y mirando fijamente la cadena de la cisterna, he tenido un orgasmo largo y doloroso, arriesgado, mientras mi vejiga se vaciaba de todos tus recuerdos, mojándome dulcemente las manos.
Lara Moreno, Futuro imperfecto.


Lara Moreno




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