Solo un hijo o una hija te dan la oportunidad de vivir una segunda infancia o quizás la única posible, la única de la que puedes ser plenamente consciente, la única que puedes guardar, definitivamente, en la memoria. Esa es la infancia más sincera sobre la que puedes escribir, como lo hace, tan bellamente, Francisco Umbral en «Mortal y rosa». Este libro me lo recomendó un buen amigo que es, además, padre de un niño y una niña y lo hizo, seguramente, por mi estrenada y vívida paternidad. Empecé a leer «Mortal y rosa» despacio, saboreando la buena prosa, la lírica contenida, pero con cautela, por si me hacía daño. Un padre no quiere nunca ponerse en el lado de otro que ha perdido a su hijo. El libro, es un lamento desesperado, un terrible, tierno y locuaz lamento: «El universo no tiene otro argumento que la crueldad ni otra lógica que la estupidez». Pero es un libro que te enseña a disfrutar de los momentos más sencillos, más banales, junto a tu hijo, a compartir su asombro en el descubrimiento del mundo. Y por eso, tras su lectura, a pesar del abatimiento, Umbral parece decirnos que un momento de felicidad puede explicar toda una vida.
Hay otra razón por la que mi amigo me recomendó el libro y es porque en sus páginas está la mejor prosa de Francisco Umbral. Allí hay un reencuentro con Baudelaire, también con Juan Ramón Jiménez y quizás con Joyce, Proust y Austen.
Fragmento de Mortal y Rosa. Francisco Umbral«Sólo encontré una verdad en la vida, hijo, y eras tú. Sólo encontré una verdad en la vida y la he perdido. Vivo de llorarte en la noche con lágrimas que queman la oscuridad. Soldadito rubio que mandaba en el mundo, te perdí para siempre. Tus ojos cuajaban el azul del cielo. Tu pelo doraba la calidad del día. Lo que queda después de ti, hijo, es un universo fluctuante, sin consistencia, como dicen que es Júpiter, una vaguedad nauseabunda de veranos e inviernos, una promiscuidad de sol y sexo, de tiempo y muerte, a través de todo lo cual vago solamente porque desconozco el gesto que hay que hacer para morirse. Si no, haría ese gesto y nada más.
Qué estúpida la plenitud del día. ¿A quién engaña este cielo azul, este mediodía con risas? ¿Para quién se ha urdido esta inmensa mentira de meses soleados y campos verdes? ¿Por qué este vano rodeo de la muerte por las costas de la primavera? El sol es sórdido y el día resplandece de puro inútil, alumbra de puro vacío, y en el cabeceo del mundo bajo un viento banal sólo veo la obcecación vegetal de la vida, su torpeza de planta ciega. El universo se rige siempre por la persistencia, nunca por la inteligencia. No tiene otra ley que la persistencia. Sólo el tedio mueve las nubes en el cielo y las olas en el mar.»
Mortal y rosa
Francisco Umbral
Austral (2011, primera edición, 1975)
Lo he leído hace poco y lo tengo grabado a fuego en mi cabeza. Todos los días me asalta alguna idea de esa obra. Su altísima carga lírica conmueve desde la primera página. Todo lo demás que he leído de Umbral no alcanza de lejos esta obra.
ResponderEliminarSí, a mí me ocurre lo mismo. Es uno de esos libros a los que conviene volver con frecuencia.
EliminarMe lo recomendó mi amigo escritor y poeta Antonio Gallo pero el libro es tan lirico que no pude con él.
ResponderEliminar¿Alguien lo tiene en pdf? Lo necesito
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