Juan Jacinto Muñoz Rengel acaba de publicar su primera novela con el título de “El asesino hipocondriaco” después de dos magníficos y muy recomendables libros de cuentos: “88 Mill Lane” (Alhulia, 2005) y “De mecánica y alquimia” (Salto de Página. 2009).
M.Y. es un asesino a sueldo que tiene el encargo de matar a E. Blaisten. M.Y. es metódico, excéntrico e hipocondriaco y cree de sí mismo que es alguien peligroso, con una mente especialmente entrenada y un gran profesional del crimen. M.Y. es solitario y paranoico pero con un importante bagaje de lecturas que le han acompañado en su soledad y le han ayudado a comprenderse a través de las desgracias y enfermedades que comparte con ilustres filósofos y escritores. M.Y. cree que le queda poco tiempo de vida pero, por encima de todo, su deber no es otro que cumplir su misión; esto le obliga a tomar en ocasiones decisiones improvisadas, saltándose sus meditadas planificaciones, que le conducen a situaciones disparatadas. A M.Y. todo le sale mal como al Coyote de los dibujos animados cuando inventaba mil argucias para capturar al Correcaminos y solo conseguía empeorar su propia situación.
Este personaje obsesionado por supuestas enfermedades nos recuerdan inevitablemente al protagonista de “El enfermo imaginario” de Molière. En ambos casos se trata de dos divertidas y entretenidas obras donde los protagonistas son esclavos de su hipocondría y esto les lleva a situaciones absurdas. Como Argán (el protagonista de
Molière), M.Y. piensa que padece múltiples dolencias y las vive con pasión. Ambos personajes desconfían de los médicos que no logran resolver sus problemas de salud pero de algún modo se aprovechan de su fatalidad. Argán se hace el muerto para conseguir cierta información mientras que M.Y. utiliza sus enfermedades como posibles coartadas o atenuantes del crimen que quiere cometer. También hay una herencia como responsable de los crímenes que se intentan perpetrar; en “El enfermo imaginario” es la mujer de Argán la que desea que su esposo enferme y muera para cobrar la herencia. En cambio, en “El asesino hipocondriaco”, no es a M.Y. a quien quieren asesinar sino que es él el encargado de matar a Blaisten pero auspiciado por alguien a quien le mueve el mismo objetivo. Pero M.Y. es una persona asocial y aislada, un espíritu sensible y melancólico, mientras que Argán está casado y tiene una vida social normal. Eso hace que M.Y. sea mucho más entrañable y único, un personaje, como dice Rosa Montero, inolvidable.
La novela de Muñoz Rengel es ágil, cómoda de leer por la estructura de sus cortos capítulos, muy divertida y en sus páginas encontramos un cuidado juego metaliterario que le sirve para rendir homenaje a filósofos y escritores.
El asesino hipocondriaco
Juan Jacinto Muñoz Rengel
Plaza & Janes (2012)