La noche de Maupassant

Guy de Maupassant, como en otros cuentos, parte de una situación cotidiana, un paseo placentero por París. Pero a medida que el tiempo pasa y la noche avanza, lo que antes era belleza se va impregnando de presagios y sombras que cada vez son más pesadas. Una ciudad conocida y amada pasa a ser un lugar vacío, desconocido y temido. La noche es un relato turbador y bello. 
Nórdica presenta este cuento en una muy cuidada edición bilingüe y con unas ilustraciones muy vivas de Toño Benavides.










La noche
Guy de Maupassant
Traducción: Íñigo Jáuregui
Ilustraciones: Toño Benavides
Nórdica libros (2011)




La lectura de una imagen

A la mayoría de nosotros, nuestros padres o nuestros abuelos nos han hablado alguna vez de la guerra civil española, de la crueldad de las guerras, de cómo se rompen familias enteras y cómo castran la posibilidad de encontrar parcelas de felicidad. Fernando Penco Valenzuela sabe escuchar esas voces. De otro modo no podría haber llegado al corazón de las historias, a veces truculentas, que algunos personajes le han ido revelando. Y poco a poco, como si de un puzle se tratara va encontrando piezas que encajan y revelan una imagen o, en este caso, un modo diferente de ver una imagen: una obra de periodismo gráfico hecha arte y convertida luego en icono que supo captar con inteligencia e intuición Robert Capa. 
Pocas fotos han sido tan difundidas como la impactante instantánea conocida como "El soldado caído" o "Muerte de un miliciano". Con ella Capa supo mostrar la esencia de la crudeza de la guerra y le sirvió para su propósito propagandístico a nivel internacional. En este excelente trabajo de investigación minuciosamente documentado Penco Valenzuela, en colaboración con el fotógrafo Juan Obrero Larrea, muestra evidencias de que la instantánea fue tomada en un contexto geográfico diferente al que siempre se ha creído lo cual apoya las tesis que afirman que la fotografía no fue captada en plena acción bélica y en el campo de batalla sino en un lugar alejado en el que pudo escenificar la célebre imagen. 
En las 126 páginas de esta edición con la que se estrena la editorial cordobesa Paso de Cebra, el autor va desentrañando el enigma de la foto de Capa describiendo sus investigaciones, revelando conversaciones y relacionando hechos históricos que han sido claves para explicar el contexto social y político previo a la guerra civil española. Penco Valenzuela tiene una habilidad especial para saltar en el tiempo y mostrarnos que algunos paisajes, de los que hoy disfrutamos y por los que paseamos cotidianamente, tuvieron un pasado terrible. Y todo esto lo hace con un ritmo rápido, en ocasiones trepidante como si se tratase de un guión cinematográfico, con ambientes bien recreados y con una escritura cargada de claves literarias, con adjetivos bien elegidos y metáforas en las que se aprecia su manejo estilístico y nos recuerdan que, además de buen historiador, Fernando Penco Valenzuela es un gran escritor. 
La foto de Capa es un libro cargado de polémica por mostrar de forma abierta los entresijos de una investigación llena de obstáculos que han ido poniendo personas y entidades que intentaban impedir que viera la luz. Pero nada de esto debe empeñar la genialidad de Robert Capa que, de una manera u otra, con una fotografía cargada de fuerza, supo plasmar como nadie la tragedia de la soledad de la muerte de un soldado.











La foto de Capa
Fernando Penco Valenzuela

Editorial: Paso de Cebra (2011)

El significado del arte prehistórico

Entre las grandes aportaciones culturales que nos legó el hombre del Paleolítico Superior, el arte es sin duda una de las más importantes y su estudio nos permite acercarnos a su forma de pensar, a su modo de comprender el mundo. En este ensayo Raquel Lacalle Rodríguez analiza el sentido simbólico del arte paleolítico y su influjo en culturas posteriores, desvelando algunos de los pilares básicos sobre los que reposan temas inmutables de las principales religiones mundiales. 
La autora pretende reconstruir, a través del estudio del arte legado por las culturas prehistóricas, los rituales míticos y culturales y la transmisión de dichos mitos en escalas espaciales y temporales. Para ello utiliza un método comparado, estudiando primero cada mito en cada cultura de forma aislada y después los coteja para identificar los elementos comunes. Así va desgranando el sentido simbólico del arte prehistórico y lo relaciona con el surgimiento de mitologías. Las primeras religiones serían naturalistas, estarían relacionadas con el origen del conocimiento científico y tendrían un fundamento astral. A partir de ahí surgen mitos comunes, que luego formarán parte de cuentos y leyendas entre los cuales uno de los más importantes, por su influencia en las grandes religiones posteriores, es el viaje del héroe al inframundo. En este estudio se pone de relevancia la importancia en la transmisión cultural que explica la extraordinaria homogeneidad del arte paleolítico en toda su área de difusión en cuanto a convencionalismos, estilos y, especialmente, su temática (representación de animales, figuras femeninas, antropomorfos masculinos e ideomorfos). 
Cuando el libro que nos ocupa es el resultado de un laborioso estudio que conforma una tesis doctoral tenemos la garantía de la rigurosidad de su contenido al estar avalado por los especialistas que han evaluado dicha tesis. Pero además, aquí se agradece la pulcritud con que ha sido escrito y la sencillez con la que se explican los argumentos. Esta cuidada edición está además acompañada de clarificadoras ilustraciones y se cierra con una prolija bibliografía que nos sirve de guía para seguir indagando en este fascinante territorio de un tiempo perdido. Se echa en falta, no obstante, un índice temático que ayude en la búsqueda de términos y lugares. 
El hombre del paleolítico es biológicamente idéntico a nosotros, lo único que nos diferencia son los cambios culturales y el desarrollo tecnológico pero incluso, como podemos descubrir en estas páginas, muchos de los rituales que conservamos en nuestra sociedad actual tienen un origen ancestral que hemos mantenido casi imperturbable.









Los símbolos de la prehistoria: Mitos y creencias del Paleolítico Superior y del Megalitismo europeo 
Raquel Lacalle Rodríguez
Editorial Almuzara (2011)

El Perseguidor de Cortázar

Creo que todos los que escribimos, al menos los que ante todo somos buenos lectores, nos hemos preguntado alguna vez por qué escribir si ya hay tantas cosas tan bellamente escritas, tan perfectas que incluso la mayoría de los escritores, que tanto y tan bien publican, nunca podrán igualar. Pero hay que buscar respuestas para seguir escribiendo porque simplemente nos divierte, porque forma parte de la vida que nos hemos construido. Quizá sean sólo escusas porque no es en la escritura donde realmente te encuentras con la literatura sino en la lectura. Hace poco llegó a mis manos una cuidada edición magníficamente ilustrada de El perseguidor de Julio Cortázar donde se puede ver el talento para escribir una historia. En este relato Bruno es el narrador, un crítico de música que nos habla de los últimos días de Johnny Carter, un genial saxofonista; “un pobre diablo de inteligencia apenas mediocre, dotado como tanto músico, tanto ajedrecista y tanto poeta del don de crear cosas estupendas sin tener la menor conciencia (a lo sumo un orgullo de boxeador que se sabe fuere) de las dimensiones de su obra” 
El jazz es la forma que tiene Johnny de comunicarse con el mundo. “Nadie puede saber qué es lo que persigue Johnny, pero es así, está ahí, en Amorous, en la marihuana, en sus absurdos discursos sobre tanta cosa, en las recaídas, en el librito de Dylan Thomas, en todo lo pobre diablo que es Johnny y que lo agranda y lo convierte en un absurdo viviente, en un cazador sin brazos y sin piernas, en una liebre que corre tras un tigre que duerme”. 
Johnny es pasional, busca la libertad y vive su locura intensamente a través de su música («Es un saxo formidable, ayer me parecía que estaba haciendo el amor cuando tocaba») pero sus arrebatos, sus deseos, sus miserias y sus contradicciones hacen insoportable la vida a los que le rodean. Y mientras Johnny poco a poco se autodestruye Bruno, que acaba de publicar la biografía de su amigo, ve cómo su obra adquiere cada vez mayores dimensiones. 
Pero en cambio a Johnny se le escaparía lo que para nosotros es terriblemente hermoso, la ansiedad que busca salida en la improvisación llena de huidas en todas direcciones, de interrogación, de manoteo desesperado. Johnny no puede comprender (porque lo que para él es fracaso a nosotros nos parece el camino, por lo menos la señal de un camino) que Amorous va a quedar como uno de los momentos más grandes del Jazz.” 
Cortázar nos regala una narración fluida, con tensiones, escrita con libertad, con saltos temporales como una pieza de jazz interpretada con la genialidad del propio Johnny Carter.














El Perseguidor
Julio Cortázar
Ilustraciones: José Muñoz
Libros del Zorro Rojo ((2009)