El hombre desnudo

Helen E. Fisher en su ensayo El contrato sexual habla de la importancia de la sexualidad en la evolución del hombre. Las mujeres, a diferencia de las hembras de otros mamíferos, han perdido el celo cíclico y éste se ha vuelto permanente por lo que, desde el punto de vista biológico, puede afirmarse que están dispuestas siempre para la cópula. Evolutivamente esta disposición logró conseguir vínculos estables con la pareja dando origen al sentido del parentesco, al altruismo y al lenguaje que son la base del comportamiento de nuestra especie y explica, en gran medida, el desarrollo de nuestra inteligencia, de nuestras sociedades y culturas. Ester, uno de los personajes de El luminoso regalo, podría encarnar la hipérbole de esta estrategia femenina para llevar la teoría a su máxima expresión. Es una bruja del siglo XXI, una amoral depredadora, incandescente y cruel, que posee un extraordinario poder para seducir a los hombres y su psicoanalista le enseña a controlar sus facultades, como si fuera su hechicero. Con este cautivador personaje arranca la última novela de Manuel Vilas que profundiza con audacia en la sexualidad más explícita, batailleana, pero sin dejar atrás posibles trazas místicas. Su principal protagonista, Victor Dilan, que toma el apellido del también falso nombre artístico de su idolatrado Bob Dylan, es un escritor, narcisista e insatisfecho, con tiempo libre suficiente para poder practicar el sexo de forma continua, al que le gustan mucho las mujeres, el alcohol y el valium. Su ambición, su codicia vital, es poder tener relaciones sexuales con todas las mujeres del mundo. Es un hombre que provoca ternura y atracción irresistible. En su huida de la soledad de la noche, se encuentra con Ester que le conducirá por caminos sin tabúes a una plenitud vital no exenta de peligros que acabará destruyéndolo. A lo largo de la novela aparece la imagen de un enigmático monolito —similar al de la película de Kubrick que inducía o era testigo de un trascendental salto evolutivo— con un código secreto que encierra, en su metáfora, el luminoso secreto de nuestra especie. Dilan, con su vampírica obsesión, entiende que en el sexo está la salvación y él es un enviado que ha venido al mundo para que las mujeres le hagan confesiones extraordinarias. Hay, además de juegos de metaficción, diversas referencias a las obras de escritores como Bronté, Kafka, Shakespeare o Whitman, entre otros, y guiños con títulos de capítulos como “Cuando oscurece siempre necesitamos a alguien”, frase atribuida a Fitzgerald y que marcó existencialmente a Vilnius, el particular “Dylan” de Vila-Matas. Es precisamente aquí donde se produce un punto de inflexión, cuando Victor verbaliza lo que Elena, su mujer, ya sabe. A partir de ese momento el protagonista inicia su descenso a los infiernos, entra en una espiral de acontecimientos de los que no puede escapar pero que le ayudan a concretar su particular decálogo de sabiduría. Vilas, con ironía, nos habla de la ambigüedad de las relaciones humanas, de la libertad sexual, de las pasiones llevadas a sus límites, del fracaso de la comunicación en las parejas y con los hijos y, en un final inesperado, nos predice un futuro apocalíptico al término de nuestro siglo en el que las drogas activan la química del amor, en el que siguen existiendo las ballenas pero donde Bob Dylan está ya olvidado y el hombre y la mujer tan perdidos como lo han estado siempre desde que tomaron conciencia de su existencia.











El luminoso regalo
Manuel Vilas 
Alfaguara, 2013

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