Diario de un hombre de cincuenta años es una pequeña novela que pasó casi desapercibida bajo la sombra de Daisy Millar o El americano, según apunta Max Lacruz en su prólogo, pero es uno de los relatos más íntimamente autobiográficos de Henry James.
Se trata del diario de un militar inglés de cincuenta años que regresa a Florencia para encontrarse con recuerdos que formaron parte de un pasado que le brindó la oportunidad de ser feliz junto a una mujer que le cautivó pero de la que, finalmente, huyó.
“… para mí todo sigue tan perfectamente igual que tengo la sensación de estar viviendo mi juventud de nuevo; vuelven a mí todas las impresiones olvidadas de aquellos encantadores tiempos”.
Allí recuerda el idilio que, cuando era joven, mantuvo con la Condesa Bianca Salvi —“la mujer más encantadora del mundo”—. Hacía diez años que la condesa había fallecido pero conoce a la hija que ésta tuvo y cuyo parecido con la amada madre le conmociona.
“Hermosa como su madre, y sin embargo con los mismos defectos en el rostro; pero con el mismo y perfecto óvalo, y sus ojos pardos y comprensivos, casi compasivos.”
Ahora la hija de la condesa mantiene una relación con Stanmer, un joven inglés al que pronto el general trata como a un amigo y confidente pues lo ve como un fiel reflejo de su pasado con el inexcusable paralelismo del romance que mantuvo con la condesa. Con una confianza paternal el general pretende dar consejos a Stanmer para protegerlo pero éste no lo ve del mismo modo y, al despedirse, surge la inevitable pregunta:
“¿Alguna vez se le ha ocurrido pensar que usted podría haber cometido un gran error?”
Ya en Inglaterra, después de un tiempo, recibe una carta de Stanmer en el que éste le cuenta su nueva situación sentimental y concluye su misiva, con cierto reproche diciendo:
“¡Al diablo con las analogías, a menos de que pueda encontrar una analogía para mi felicidad!”A lo que el general, irónico y abatido por sus pensamientos, responde para sí mismo:
“Su felicidad le hace ser muy ingenioso. Espero que dure, quiero decir su ingenio, no su felicidad.”
Sólo entonces el general se da cuenta de cómo dejó escapar la felicidad cuando la tenía al alcance de sus manos. Su error quizás fue utilizar la lógica, con un exceso de prudencia, para decidir algo que sólo se puede resolver con los sentimientos.
“Si yo estropeé su felicidad, es seguro que tampoco hice la mía. Y podría haberla hecho, ¿verdad? ¡Qué descubrimiento tan encantador para un hombre de mi edad”.
Esta es una reflexión, envuelta en una magistral prosa, sobre el destino de las personas, sobre la importancia de las decisiones que pueden cambiar el futuro.
Diario de un hombre de cincuenta años (The diary of a man of fifty)
Henry James
Traducción: Blanca Salvado
Prólogo: Max Lacruz Bassols
Editorial Funanbulista, 2004 (1878)
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