El final del amor, de Marcos Giralt Torrente

Alguien dijo que los cuentos son una tecnología extraordinariamente simple que nos permite entretenernos y, a la vez, nos ayuda a reflexionar sobre el sentido de nuestro existir. En El final del amor, de Marcos Giralt Torrente, esta premisa se cumple a la perfección con aparente sencillez. Los cuatro cuentos que componen este volumen están escritos con una prosa precisa y cuidada y muestran diferentes tipos de relaciones de pareja que, como el título indica, acaban truncadas. Desde el principio se aprecia la influencia de los buenos cuentistas norteamericanos —algunos de los cuales se citan explícitamente en el texto— al desprenderse de todo artificio, al dejar huecos en la historia que obligan al lector a llenarlos y al mostrar abiertamente el enfrentamiento de sentimientos afectivos contradictorios. El narrador es siempre un personaje esencial del relato, en dos de ellos es el protagonista de la historia de amor —o desamor— y en otros dos una especie de observador privilegiado de una relación que le afecta directamente. En «Nos rodeaban las palmeras», el relato que abre el libro, una pareja hace turismo y llega a una isla africana paradisiaca. Poco a poco se van poniendo en evidencia pequeños desencuentros entre el hombre y la mujer, medidos distanciamientos y distintas formas de entender su propia relación. Un maduro matrimonio alemán que ha aprendido a convivir de forma consentida es un espejo donde mirarse para constatar el deterioro afectivo que sufren y que anticipa su ruptura. En los otros tres cuentos, el protagonista comienza siendo un niño o un adolescente que madura a la sombra de una historia de amor. En «Cautivos» el narrador es el primo de Alicia, una joven que se enamora y se casa con un atípico pero adinerado hombre capaz de abrirle las puertas al mundo. El primo de Alicia, que mantiene una relación especial con ella, es testigo del irrefrenable alejamiento del matrimonio y a la vez, paradójicamente, de su tremenda resistencia a vivir alejados uno del otro hasta el punto de convertirse él mismo en el único vínculo de comunicación entre los dos. «Joanna» es una bella historia de un adolescente, obligado a la soledad, que descubre un amor que le marcará para siempre. La capacidad de observación del narrador nos va desvelando comportamientos de la familia de Joanna que sólo al final, en un giro sorprendente, podrían tener un hipotético sentido. El azar empuja al propio narrador a evocar, a recuperar en su memoria melancólica, su imposible historia de amor con Joanna que a lo largo de su vida ha llevado de equipaje. En el último de los cuentos, «Última gota fría», el narrador es el hijo de un matrimonio roto, que a pesar de todo no ha perdido el cariño y el afecto mutuo, y que se ve enfrentado a sentimientos contradictorios, inestables y confusos que le ayudarán a madurar.
En todos los cuentos hay una lúcida introspección de los afectos humanos. La inseguridad de los narradores les lleva a explorar, a indagar de forma persistente, sobre el porqué de los sucesos que les rodean, de lo que acontece, sobre su papel para poder resolver las situaciones que la vida le plantea. Marcos Giralt Torrente tiene una habilidad especial, poco usual, de profundizar en la psicología sentimental de los personajes, de ahondar en la incertidumbre del corazón del hombre o de la mujer, de expresar algo esencial sobre la condición humana y lo hace con aparente sencillez, con medidos diálogos, aportando luz a modo de pequeñas pinceladas y consigue magistralmente la empatía del lector con los personajes. La profundización del conocimiento afectivo durante un viaje por África en «Nos rodeaban las palmeras», la ausencia de la figura del padre en «Joanna», la larga enfermedad de uno de los protagonistas de «Cautivos» o la estrecha relación del narrador con su madre y la amistad y complicidad con su padre en «Última gota fría» son algunos elementos muy presentes en su anterior novela «Tiempo de vida», a mi entender, una referencia ineludible de nuestra literatura actual. Esto aporta algunas claves interesantes sobre el proceso creativo del autor.

















El final del amor
Marcos Giralt Torrente
Páginas de Espuma, 2011

Cuentos en una botella

Hay islas que emergen y se sumergen inquietas. Aparecen para dejarse ver, para atraer a los navegantes y después se hunden para dar refugio a los seres marinos. San Borondón es una de esas islas de playas indecisas a las que han llegado, como mensajes en botellas, treinta relatos muy diferentes desde distintos y lejanos mares arrastrados por corrientes y estilos diversos. 
En la isla podemos dejarnos seducir por unos ojos verdes, encontrarnos con un amigo que regresa del pasado, dar un salto en el tiempo, o ver, sencillamente, cómo éste se invierte al atravesar un laberinto. En San Borondón hay montañas difíciles de superar, edificios de oficina ocupados por buscadores de empleo, arañas, mariposas y serpientes libidinosas pero también zombis, vampiros filosóficos, enanos que nos persiguen, pueblos habitados por fantasmas o practicantes de vudú. Hasta allí han llegado ciegamente los seguidores de Matías Prats, unos impostores, un mafioso ruso, un despistado escritor de cuentos, el fabricante de un extraño artefacto y en la arena de la playa podemos tropezarnos con una canica blanca y roja o diferentes diarios como el de un enfermo terminal, el de un trabajador en una bella e inhóspita luna de Saturno, el de una extraña pareja unida por el azar, el del propio náufrago que contempla el verdor de la isla desde un tablón. El aliento contiene un virus que padecen los hombres y los vientos arrastran la nostalgia de Lisboa, el sentimiento de culpa que se mezcla con la inocencia, el odio y el deseo que discurren paralelos, la memoria avivada por unas fotografías… La isla, en definitiva, es un buen lugar en el que decidir no tener recuerdos, un espacio incierto de soledad buscada donde cobijarnos del asedio. 
Las antologías de varios autores, donde se reúnen voces conocidas junto a otras incipientes, son siempre una apuesta arriesgada pero, en este caso, la selección realizada por Javier Vázquez Losada ha sido muy acertada. En este volumen tenemos distintas historias breves que derrochan imaginación y se desarrollan en lugares y tiempos muy diferentes donde no falta el deseo, el amor, el odio, la venganza o el misterio.


Náufragos en San Borondón
Amir Valle, Andrés Neuman, Antonio García Ángel, Carlos Frühbeck Moreno, Edmundo Paz Soldán, Eduardo Halfon, Fernando Clemot, Francisco Alejandro Méndez, Francisco Balbuena, Gustavo Nielsen, Ignacio del Valle, Iván Humanes, Javier Moreno, Javier Vázquez Losada, Jorge Díaz, José Luis Muñoz, José María Merino, Juan Carlos Márquez, Juan Carlos Méndez Guédez, Juan Soto Ivars, María Zaragoza, Marian Womack, Miguel Barrero, Norberto Luis Romero, Paula Lapido, Recaredo Veredas, Ronaldo Menéndez, Sergi Bellver, Vicente Luis Mora y Yolanda Arroyo Pizarro. 
Baile del Sol., 2012