Desde niño colecciono cuadernos en los que anoto algunas cosas que encuentro interesantes. La mayoría son cuadernos de campo, inspirado por Felix Rodríguez de Fuente, donde relato mis excursiones con notas y dibujos. Mientras mi padre pasaba serenamente las horas practicando la pesca en algún río de la sierra, yo recorría los alrededores con una lupa, un cuaderno y un lápiz y no dejaba de descubrir los pequeños secretos y bellezas que antes me ocultaba la naturaleza: la etérea y delicada forma de las flores, los cristales que forman la arquitectura de las rocas, las extrañas y fantásticas formas de los insectos… Releyendo ahora esos cuadernos, pese a su simpleza e ingenuidad, descubro que ya hay frases que ya denotan una línea de pensamiento que aun hoy, en la madurez, persiste imperturbable aunque eso sí, adornado de nuevos argumentos, por nuevas lecturas que aportan justificaciones de las que antes carecía.
Este ejercicio de releer escritos casi olvidados que no fueron en su momento publicados y el descubrimiento de la frescura y la franqueza con que fueron escritos, es lo que ha hecho André Comte-Sponville en su libro “Sobre el cuerpo”. Pero en su caso, el filósofo nos descubre la evolución de su modo de pensar a lo largo de las últimas décadas agregando matices al pensamiento incipiente aunque sólido de su juventud y que ha conformado finalmente su madurez filosófica. Para ello cita y comenta los pensamientos de muchos autores, no sólo filósofos, también ensayistas, poetas, músicos y otros artistas.
El grueso del libro lo componen una serie de aforismos y microensayos, ideas más o menos ordenadas en temáticas tan variadas como el arte y lo bello, la religión o el ateísmo, la libertad, la política, la muerte o la creación pero no hay que pasar por alto el largo y entrañable prefacio en el que el autor, analiza con indulgencia los pensamientos que en su día tuvo y lo hace con la lectura renovada que le da su larga carrera como filósofo, con la experiencia vital acumulada, con las lecturas que a lo largo del tiempo ha ido incorporando y con la profunda meditación sobre temas trascendentales que intentan responder a las preguntas esenciales que siempre se ha hecho el hombre. En este prefacio nos muestra las lecturas que de joven le cautivaron y que contribuyeron a forjar su pensamiento pero también las lecturas y relecturas posteriores que han ido puliendo y llenando de matices y avenencias su forma de entender la vida hasta hacerle, como él mismo explica, “menos dogmático, más receptivo a la duda, a lo trágico, a la fragilidad del vivir y del pensar” y en definitiva, más cercano a la sabiduría.
Quizás sea cierto que, para bien o para mal, nos cuesta mucho cambiar nuestras ideas, que de alguna forma estas ideas se van configurando como intuiciones en nuestro cerebro desde muy temprano y las llevamos siempre con nosotros aunque a veces las olvidemos, las trasformemos, las disfracemos y busquemos apoyos argumentales y empíricos que nos ayuden a entenderlas mejor o, simplemente, las adornemos de florituras para explicarlas de forma más académica. Pero lo que André Comte-Sponville nos muestra es que cuando somos capaces de cambiar nuestro modo de ver el mundo, aunque sea de modo sutil, estaremos iniciando un camino seguro hacia el conocimiento de la vida y un acercamiento a la felicidad. Particularmente prefiero al Comte-Sponville actual, al maduro más que al joven, a su filosofía más sosegada y experta. Su libro me enseña, entre otras cosas, que si sabemos elegir bien nuestras lecturas, las asimilados e interpretamos incorporándolas a nuestro entorno, a nuestra vida cotidiana, nos pueden ayudar a encontrar parcelas de felicidad.
André Comte-Sponville
Sobre el Cuerpo
Apuntes para una filosofía de la fragilidad
Paidos contextos, 2010
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