A veces ocurre, un mensaje llega quizás por error a tu ordenador, el azar juega así sus bazas, y te cambia para siempre tu existencia. Este es uno de los desafíos a los que se enfrentan los personajes que cobran vida en el libro de relatos, Cuentos de amaneceres, de Antonio Serrano García. Nueve historias que se recogen en una cuidadísima edición de Lonja de Letras llena de sorpresas gráficas que bailan con el texto para aumentar aún más la estética y su carga lírica. De este autor de Guadalcázar, Caballero Bonald destacó el desenfado de su prosa, su ingenio y un estilo suelto y fluido en el uso de un lenguaje actual. Estas características tan personales que estaban presentes en su novela La libélula sin alas siguen vigentes en esta colección de cuentos. En palabras del escritor J. Diego López García, que prologa el libro, hay un compromiso inquebrantable con la belleza, una estética personal que fluye desde su pasión por contar y admirar. Y es que estamos, desde mi punto de vista, ante uno de los escritores cordobeses con mayor talento narrativo.
Estos relatos, que podrían calificarse de cinematográficos, impresionan desde el principio. Arrancan con una frase sugerente, impactante, que seduce, que te empuja inexorablemente a seguir leyendo. Al autor le gusta jugar con las palabras, le divierte unir vocablos por su sonoridad, enredar frases hasta conseguir efectos originales, construir párrafos de lirismo condensado. La escritura en él es algo lúdico y creativo pero no renuncia por eso a plantear problemas y dramas sociales o personales. De hecho, sus personajes se enfrentan a dificultades y desigualdades que genera nuestra sociedad: un joven descubre que la huida, el abandono de todo lo que se ama, es más doloroso que las propias secuelas de la droga; un ciclista cruza una ciudad sumergida en la niebla como si traspasara su propia vida anclada en la desidia; en su último día de trabajo un conductor de autobuses se siente más poeta que nunca; la elegancia de un paraguas puede ser un traidor para quien lo porta; el hallazgo de una moneda logra unir el pasado y el presente y evidenciar diferencias de clases; un niño, desposeído de todo por la guerra, toma una decisión irrevocable… Aquí, el laberinto borgiano, sin salida e inasible, se transforma en algo tan simple como un punto negro que no es otra cosa que la evidencia de la incapacidad del hombre para conocer y dirigir su designio. Decía Umberto Eco que la naturaleza irresistible de las grandes tragedias deriva del hecho de que sus héroes, en lugar de escapar de su destino cruel, sucumben a él de forma ciega porque no saben lo que les espera. El cuento Ferrocarril es un nombre demasiado largo tiene estos elementos literarios de una tragedia clásica y condensa todo el saber literario del autor. En definitiva, Antonio Serrano García nos presenta una magnífica colección de cuentos que se suceden en amaneceres similares, bajo el mismo sol que contempla indiferente el destino de los hombres.
Cuentos de amaneceres
Antonio
Serrano García
Lonja
de Letras, 2012
Publicado en Cuadernos del Sur el 2 de febrero de 2013
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