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Juegos de imaginación

Las leyes que gobiernan el microrrelato son distintas a las que guían otras formas de literatura, eso es al menos lo que opina Juan Pedro Aparicio y lo ratifica Irene Andrés-Suárez quien añade que lo que lo distingue del cuento clásico no es sólo su brevedad sino también, y sobre todo, su naturaleza elíptica. Esta tensión entre lo que se puede leer y lo que se puede intuir, entre lo escrito y lo no escrito, donde el silencio puede ser incluso mucho más elocuente que lo narrado, es algo que maneja muy bien Juan Jacinto Muñoz Rengel en su libro de microcuentos El libro de los pequeños milagros, publicado por Páginas de Espuma. En realidad, el título completo es mucho más largo y nos recuerda las entradas de aquellos capítulos de algunos grandes clásicos con las que trataban de resumir el contenido del texto que venía después. Este es el primero de los muchos juegos literarios que nos propone el autor y resulta toda una declaración de intenciones que nos incita a iniciar un viaje inabarcable. Se trata de una colección de un centenar de historias breves donde, además de lo fantástico, abunda el humor, el juego de palabras, el realismo metafórico, la alteración de la lógica, el surrealismo, la intertextualidad, la fábula, y hasta la ciencia ficción.
Al hablar de los escritores actuales del género fantástico en España, David Roas destaca cuatro aspectos esenciales: las alteraciones en el orden de la realidad hacia otra realidad perturbadora, las alteraciones en la identidad, el recurso de dar voz a un narrador que está al otro lado de lo real y la combinación de lo fantástico y el humor. Estos cuatro componentes están presentes de uno u otro modo en estos microcuentos de Muñoz Rengel. Con distintas propuestas el autor consigue cambiar los ritmos, provocar asombro como si sus páginas formasen un túnel del terror donde la realidad se deforma, con sus subidas y bajadas, en cuya oscuridad no sabemos qué sorpresas nos aguardan. El libro está dividido en tres partes, tres distancias desde las que podemos contemplar el universo del autor; en Urbi, los microrrelatos tocan el suelo, son historias relacionadas con lo privado, donde predomina la narración en primera persona. Orbe hace referencia a un alejamiento tanto temporal como espacial para contemplar el mundo, casi siempre en tercera persona, desde una perspectiva más global. En el último de los grandes apartados, Extramundi, la distancia pretende ser interplanetaria. Pero al margen de esta estructura hay varias series de relatos que tienen que ver específicamente con la relatividad del tiempo (Backward), la relatividad histórica (Historias cruzadas) y una particular cosmovisión de la voz narrativa (Multiverso). 
Muñoz Rengel, se permite ensayar, ironizar, proponer juegos de imaginación al lector para que complete la historia. Toda la literatura necesita de la complicidad del lector, sin su participación nada de lo escrito tendría sentido, pero quizás el microrrelato invita, como ningún otro género, a la participación activa de la misma forma que la poesía invita a la empatía. En estos juegos hay guiños intertextuales y no podemos evitar recordar algunas obras de Borges, de Cortázar o de Italo Calvino pero, al margen de los aspectos narrativos y de los recursos de estilo, con gran capacidad de síntesis el autor trata de forma crítica pero desenfadada temas cercanos de nuestro mundo como el ecologismo, los problemas sociales y económicos, la filosofía, la ciencia o la literatura.











El libro de los pequeños milagros
Juan Jacinto Muñoz Rengel 

Páginas de Espuma, 2013

El asesino hipocondriaco de Juan Jacinto Muñoz Rengel


Juan Jacinto Muñoz Rengel acaba de publicar su primera novela con el título de “El asesino hipocondriaco” después de dos magníficos y muy recomendables libros de cuentos: “88 Mill Lane” (Alhulia, 2005) y “De mecánica y alquimia” (Salto de Página. 2009).
M.Y. es un asesino a sueldo que tiene el encargo de matar a E. Blaisten. M.Y. es metódico, excéntrico e hipocondriaco y cree de sí mismo que es alguien peligroso, con una mente especialmente entrenada y un gran profesional del crimen. M.Y. es solitario y paranoico pero con un importante bagaje de lecturas que le han acompañado en su soledad y le han ayudado a comprenderse a través de las desgracias y enfermedades que comparte con ilustres filósofos y escritores. M.Y. cree que le queda poco tiempo de vida pero, por encima de todo, su deber no es otro que cumplir su misión; esto le obliga a tomar en ocasiones decisiones improvisadas, saltándose sus meditadas planificaciones, que le conducen a situaciones disparatadas. A M.Y. todo le sale mal como al Coyote de los dibujos animados cuando inventaba mil argucias para capturar al Correcaminos y solo conseguía empeorar su propia situación. 
Este personaje obsesionado por supuestas enfermedades nos recuerdan inevitablemente al protagonista de “El enfermo imaginario” de Molière. En ambos casos se trata de dos divertidas y entretenidas obras donde los protagonistas son esclavos de su hipocondría y esto les lleva a situaciones absurdas. Como Argán (el protagonista de  Molière), M.Y. piensa que padece múltiples dolencias y las vive con pasión. Ambos personajes desconfían de los médicos que no logran resolver sus problemas de salud pero de algún modo se aprovechan de su fatalidad. Argán se hace el muerto para conseguir cierta información mientras que M.Y. utiliza sus enfermedades como posibles coartadas o atenuantes del crimen que quiere cometer. También hay una herencia como responsable de los crímenes que se intentan perpetrar; en “El enfermo imaginario” es la mujer de Argán la que desea que su esposo enferme y muera para cobrar la herencia. En cambio, en “El asesino hipocondriaco”, no es a M.Y. a quien quieren asesinar sino que es él el encargado de matar a Blaisten pero auspiciado por alguien a quien le mueve el mismo objetivo. Pero M.Y. es una persona asocial y aislada, un espíritu sensible y melancólico, mientras que Argán está casado y tiene una vida social normal. Eso hace que M.Y. sea mucho más entrañable y único, un personaje, como dice Rosa Montero, inolvidable. 
La novela de Muñoz Rengel es ágil, cómoda de leer por la estructura de sus cortos capítulos, muy divertida y en sus páginas encontramos un cuidado juego metaliterario que le sirve para rendir homenaje a filósofos y escritores. 














El asesino hipocondriaco
Juan Jacinto Muñoz Rengel
Plaza & Janes (2012)

La mecánica y la alquimia de Juan Jacinto Muñoz Rengel

Hace algo menos de un año que leí el libro “De mecánica y alquimia”, de Juan Jacinto Muñoz Rengel, y a él vuelvo con frecuencia porque, en cada nueva lectura, encuentro nuevas sorpresas. Hay, entre sus páginas, referencias más o menos explícitas a libros que han formado parte de mis lecturas de siempre (eso que se llama metaliteratura) y, en su estilo, hay posos de mis más admirados cuentistas como Stevenson, Wells, Borges, Bioy Casares, Cortázar, Verne, Shelley, Poe, Lovercraft… Las lecturas compartidas convierten al lector y al escritor en cómplices de una misma trama literaria, de un viaje único y apasionante a través de esos libros convergentes. Esa complicidad hace que la lectura de sus cuentos tenga un componente sentimental añadido que arranca de una juventud en la que buscábamos otros mundos posibles con los que asombrarnos. 
Ya había disfrutado antes con la lectura de los relatos contenidos en “88 Mill Lane” quizás más puros pero en “De mecánica y alquimia” se percibe un trabajo previo más profundo y una elaboración más elegante y cuidada. 
Aunque particularmente la literatura fantástica siempre me ha fascinado y a ella recurro constantemente en mis lecturas y en mis escrituras, con seguridad, los que tenemos formación científica leemos este género con ciertas precauciones. Precisamente porque sabemos lo compleja que puede ser la realidad ni siquiera a los más indulgentes nos satisface todo. Pero Juan Jacinto Muñoz Rengel sabe tejer magistralmente sus mundos paralelos, en los que derrocha imaginación e inteligencia, a partir de un sólido soporte de realidad. 
Tiene su recompensa seguir la recomendación del autor de leer los once cuentos por orden, al menos la primera vez, para percibir el hilo que los une. Desde el primer cuento, ambientado en el Toledo musulmán, hasta el último, que se desarrolla en un futuro no deseado, nos encontramos con historias brillantemente construidas y ambientadas con guiños más o menos explícitos a interesantes cuestiones filosóficas. Su escritura cuidada y fluida hacen que la lectura de estos relatos sea una experiencia comparable a la de leer a los grandes autores de la literatura fantástica al regalarnos momentos y personajes inolvidables.














Juan Jacinto Muñoz Rengel
Editorial Salto de Página, (2009).