Desde la primera página nos veremos sumergidos en la oscuridad húmeda de la selva amazónica. En la populosa Mapucho, un joven sacerdote ―lector apasionado de Jack London, Stevenson, H. Rider Haggard, Wells, Conan Doyle o Verne— descubre a una extraña criatura en un circo ambulante. Después de varios sucesos el destino le lleva a Agaré, una pequeña población de origen minero perdida en la jungla donde viven rudos y salvajes mestizos que trabajan en una plantación de eucaliptos para una industria maderera controlada por el alemán Gerhard Lavinger. Al llegar, le llama la atención que allí solo viven hombres ―a excepción de la mujer que acompaña a Lavinger— y, también, una inquietante frase del Levítico subrayada en la Biblia por su predecesor: «El que tenga comercio con la bestia será castigado con la muerte». Todas sus creencias religiosas se van derrumbando con el paso de los días, engullidas por la vitalidad de la jungla, igual que fueron tragados unos antiguos templos de los que solo quedan ruinas y que esconden la desnuda naturaleza del ser humano. En ese lugar se encuentran con unos extraños homínidos que, al igual que los morlocks de Wells o los tinieblos de Murakami, habitan el subsuelo y muestran una extraña convergencia evolutiva con otro grupo animal.
El abismo verde es un nuevo acierto editorial de Menoscuarto. Con esta novela Manuel Moyano revitaliza aquellas lecturas de aventuras que llenaron nuestra adolescencia y nos transportaron a lugares recónditos y llenos de misterio por todo el mundo. Desde el principio el lector se verá atrapado en una atmósfera inquietante, en un misterio que va creciendo a medida que avanza la narración —manteniendo una tensión continua y un suspense en cascada— y cuya resolución tiene lugar en las últimas páginas. Como en sus anteriores novelas, Manuel Moyano utiliza recursos narrativos más propios del relato clásico, un género en el que es un verdadero maestro. Así, a lo largo de la lectura se va desvelando una historia subyacente que tiene que ver con la psicología del protagonista, su cuestionamiento existencial, su crisis de fe, su planteamiento ético ante una naturaleza feroz y despiadada. Al igual que hicieran Rudyard Kipling o Jonathan Swift, en la trama se desarrolla un discurso contra el género humano, contra su barbarie. Por otro lado, en la narración no sobra nada, todo tiene una importancia para la resolución final, utiliza la elipsis narrativa y algunas tramas subordinadas a la principal del relato quedan abiertas —como si el narrador no acabara de comprenderlas— a la interpretación del lector. Hay, además, otros elementos narrativos que nos recuerdan a Kipling: determinados personajes, en sus dudas y contradicciones, muestran alguna actitud homofóbica con la que se intenta provocar conscientemente el rechazo del lector y, además, el protagonista reconoce su ignorancia ante algunos comportamientos y hechos que, al final, no es capaz de comprender.
Manuel Moyano, con una gran imaginación y destreza narrativa, nos hace volver a disfrutar de la lectura como cuando de jóvenes leíamos a Verne, a Joseph Conrad o a Kipling y recuperar aquel entusiasmo y esa sensación de necesidad por volver a retomar cuanto antes la lectura —cuando inevitablemente debe ser interrumpida— para poder seguir acompañando al protagonista, abriéndose paso entre lianas y barrizales en aquel abismo verde «cuya escala y leyes no son humanas», hasta el final de su aventura.
Manuel Moyano
Menoscuarto ediciones (2017).
Publicado en Culturamas el 14 de mayo de 2017
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