Camino de introspección

Al igual que Robert Walser, el protagonista de La Gran Caída, es un paseante al que le gusta detenerse en los detalles que pueden parecer intrascendentes. El escritor austriaco Peter Handke nos presenta el suceder de un día de un actor convencido de que ya no hay nada que representar ni hechos que contar. Se ha despertado por el ruido de una tormenta en una antigua casa solitaria de la mujer con la que ha pasado la noche y a la que no ama. A partir de ese momento, inicia un camino desde un lugar casi deshabitado hasta la urbe llena de gente que, sin embargo, no mitiga su soledad. En su caminar, avanza por un bosque y atraviesa lugares cada vez un poco más habitados hasta llegar a la ciudad al final de su trayecto. Se detiene a hablar con un viejo repatriado y pobre que está viviendo el duelo por la muerte de su mujer, con un recolector de frutos del bosque o con un sacerdote que le invita a almorzar. Interactúa con las personas que esperan en la parada la llegada de un autobús y saluda a los que le reconocen. El actor se convierte en espectador de la vida. Se cruza con ancianos solitarios y temblorosos que hace poco eran niños y aún recuerdan el amor de un verano, o con jóvenes a los que prejuzga por su aspecto, y llega incluso a tener problemas con unos policías al adentrarse en un lugar prohibido. Su deambular es incierto, en ocasiones zigzagueante, empujado de algún modo por el azar aunque con un destino claro en la megalópolis, donde se cerrará el ciclo al encontrarse de nuevo con la mujer con la que durmió la noche anterior. Pese a que el recorrido en esencia es lineal, el camino introspectivo y sentimental que sigue no deja de ser circular.
En su paseo —con su tendencia a mirar hacia el suelo recordando su primera profesión, con ese caminar de espaldas al despedirse de cada lugar que le importa—, el actor divaga sobre la belleza, sobre la ceguera y la prisa de las personas dentro de sus rutinas cotidianas, sobre las satisfacciones que le ha dado su trabajo, sobre el agradecimiento de los espectadores cuando le dicen que sus personajes de algún modo les han salvado la vida. Son numerosas las referencias al mundo del cine: recuerda a actores y actrices célebres, guiones en los que ha intervenido, fragmentos de películas que podrían ser fragmentos de vidas no vividas. Hay una mirada crítica e irónica hacia lo absurda que a veces es nuestra sociedad 
Handke, utiliza aquí, como en otras de sus obras, el recurso de ir iluminando espacios a cada paso del protagonista a lo largo de su periplo. Con una prosa sencilla y bella hace descripciones minuciosas y sutiles, acompañadas de pensamientos interiores del personaje principal que, como Robert Walser, siente la fugacidad de la vida, como si los sucesos que el azar pone delante de sus ojos y que poco después desaparecen, existiesen sólo para ser vistos fugazmente por él.










La Gran Caída 
Peter Handke 
Alianza Editorial, 2014

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