Marianne Moore decía que sus estudios de biología le sirvieron decisivamente para su poesía. En muchos de sus poemas recurre a diversas especies de animales para reflexionar sobre comportamientos y obsesiones humanas, sobre los deseos y la aceptación de nuestros propios límites. Esta misma idea es la que utiliza Guadalupe Nettel en su libro de relatos El matrimonio de los peces rojos, con el que ganó el III Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero. Son cinco historias livianas, de una personal atmósfera, que ponen en evidencia, con ironía y agudeza, algunos aspectos de la conducta humana. En cuatro de ellas los protagonistas se vinculan a distintas especies de animales, calladas y cercanas, capaces de reflejar como espejos las tensiones domésticas y las crisis de pareja. En otro, son los hongos los que irrumpen invadiendo su intimidad para mostrar una relación absorbente. Una pareja de peces Betta, en su entorno cerrado, afronta el conflicto entre sus instintos de reproducción y territorialidad; en el exterior de su universo de cristal un matrimonio encara el nacimiento de su hija y el distanciamiento de la pareja en etapas sucesivas y paralelas a la disyuntiva ictiológica. Un reservado y huidizo profesor de biología relata su experiencia infantil tras la separación de sus padres y, con cierta herencia de realismo mágico, manifiesta las diferencias de dos clases sociales que cohabitan sin convivir en una misma casa hasta que una invasión de cucarachas les une para conseguir un propósito común. Una brillante estudiante de doctorado adora a sus gatos y, gracias a ellos, es capaz de tomar decisiones sobre sentimientos tan elementales como la maternidad que la enfrentan a lo que la razón le dicta. Una violinista tiene una apasionada relación sentimental que le lleva a parasitar a su nueva pareja de la misma forma que lo hacen los hongos que han invadido su entrepierna y que le revelan una nueva forma de soportar la ausencia de su amado. Por último, un escritor de teatro busca sus raíces y descubre un amor tardío que le lleva a renovarse y a aislarse del mundo junto a una venenosa serpiente de Beijing.
Entre sus líneas se puede ver a Cortázar en la distancia y, aún más allá, al propio Kafka con seres que irrumpen en la vida de los personajes y la transforman por completo. Quizás algo más cercano esté Arreola y su Migala y otros cuentistas que han seguido su estela. Guadalupe Nettel elige un entorno cotidiano en el que se asientan animales y hongos cargados de simbolismo para crear mundos sutiles donde los personajes, con sentimientos abatidos, se encuentran en encrucijadas trascendentes. Algún biólogo podría sonreír al leer algunas afirmaciones que arrastran los textos, aunque eso no debe importarnos si participamos del lúcido juego literario que nos propone la autora, con una prosa sencilla, sobria y muy medida con la que consigue generar expectativas que se resuelven a veces de forma esperada, y que nos mantiene atrapados hasta el final del relato.
Guadalupe Nettel
Páginas de Espuma, 2013
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