En su anterior libro de relatos Las escamas del dragón Carola Aikin me sorprendió por su sugestiva forma de narrar, por sus recursos poéticos y por su manera de indagar en la condición humana. Su nuevo libro, Mujer perro, sigue esa línea personal que no deja de fascinar, con la misma pasión narrativa, con el mismo humor, con sus particulares metáforas imaginativas, visuales y provocativas a veces. En la primera parte del libro, con 16 cuentos y microcuentos nos presenta desde el principio a Lilly, un personaje que nos acompañará en varios relatos y, muy especialmente, en la segunda parte. Aquí podemos encontrarnos con un entrañable gorila, con una sirena salvaje y aulladora o con las ilusiones rotas de una mujer, asistir a la metamorfosis de una fiera devoradora de gallinas, descubrir cómo un escorpión logra escapar entre la pasión, asomarnos al océano que trae y lleva esperanzas, recibir a su musa, contemplar unos elefantes que surgen del mar en el sueño de un poeta o los recuerdos que arrastran las hojas caídas de los árboles, presenciar la visita de unos ángeles, la relación de una pareja separada por una mesa de caoba o al personaje que ama a su narrador, conocer las consecuencias de estudiar orangutanes, sorprendernos de la relación de una mujer con el viento, del amor más allá de la muerte o emprender un viaje a través de un río en un velero chirriante.
La segunda parte, La expedición, es un único relato que narra la forma de escapar de Lilly Maynard, de romper en parte con su vida anterior al enrolarse en un viaje por África en busca de los paisajes en los que viven en libertad los grandes simios que tan bien conoce. El viaje puede ser una metáfora del regreso a nuestros orígenes para mostrarnos la naturaleza humana, inseparable y apenas distinguible de la animal. Los niños son cachorros, hembras las mujeres y machos los hombres. Dos miembros de la expedición desaparecen, el africano Aymer y la joven Juliette y, mientras el resto espera su regreso, alejado de su civilización, afloran los sentimientos más oscuros, los instintos, las miserias, la naturaleza real de los personajes, sin máscaras, como si la naturaleza salvaje que les rodea del obligase a despertar del sueño. Allí se producen desencuentros, renuncias, desilusiones. «En África el tiempo corre loco o se detiene para siempre».
Carola Aikin en Mujer perro, nos muestra unos relatos que cabalgan entre lo real y lo fantástico, en los que se pone en evidencia su fascinación por los animales y donde nos presenta mujeres que viven una lucha interior constante entre su deseo irrefrenable y lo que les obliga su educación, la rutina y la sociedad.
Carola Aikin
Páginas de Espuma, 2012
Mi musa
Yo amo a la mujer de vestido negro y largo que arrastra la corriente, hay algo invencible en ella, en la manera en que se desabrocha los botines, desliza sus medias, zambulle en el lago sus pies desnudos, deliciosos como peces. Tiemblo cuando viene, al final de la noche, sobre su silla de brazos anchos. No puedo resistirme y emerjo desde el lodo profundo para besar las cadenitas de dedos blancos, uñas color perla, siempre tan nerviosos, tan insatisfechos. Sabe que nada puede detenerme cuando, conmigo a su lado, apenas rozando mi lomo, abre su maletín y saca la máquina infernal, y entonces todo gira, giran el agua y el silencio y caen a cientos los folios de papel escrito y emborronado, y yo, monstruo dócil, fascinado, devoro sirenas, montañas, ciudades, pájaros.
Mi musa, en Mujer Perro. Carola Aikin.
Un libro magnífico, de lo mejor que he leído en el úlimo tiempo. Se trata de una escritora rara, para buenos lectores y de gran potencia. La recomiendo. Muy interesante este comentario.
ResponderEliminarSí, la verdad es que tiene una forma de escribir muy personal y cuesta encontrar parangón en otros escritores.
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