La prosa escueta de Hemingway nos abrió las puertas del cuento moderno, nos enseñó una nueva forma de escribir relatos sin adornos ni ambages, una prosa en la que no tiene cabida lo fantástico y en la que lo lírico sólo subyace. Él mismo denominó teoría del iceberg a la forma de presentar un hecho prescindiendo de todo lo que oculta y que es, sin embargo, lo que da soporte y sentido profundo al relato. A él le siguieron otros maestros como Salinger o Carver; y es, precisamente, a este último autor estadounidense al que Javier Sáez de Ibarra rinde homenaje en su libro Bulevar. En la mayor parte de estos relatos, como en el iceberg de Hemingway, lo más importante no es lo que se cuenta sino la historia secreta que se esconde entre palabras no escritas, como si esa ausencia fuese en realidad la esencia del relato. Con frecuencia, al igual que algunos cuentos de Chéjov, arrancan con un suceso que parece que va a ser importante y, sin embargo, la historia sigue después por otros caminos. A través de los diálogos coloquiales, de apariencia nimia, y de la acción, se van revelando los antecedentes y los conflictos de los personajes que construyen la narración en escenarios cercanos y cotidianos. El autor nos hace reflexionar sobre la explotación laboral de los inmigrantes, la marginalidad que sufren, su desubicación y sus miedos; sobre los problemas de las parejas con niños de por medio que no se escuchan y que parecen habitar mundos distintos; sobre las rutinas de la soledad, las obsesiones y los complejos; sobre la necesidad del apoyo familiar en la enfermedad y la vejez. En los relatos trata temas como la infidelidad, la incomunicación, la unión fraternal, la confianza de padres e hijos, las barreras insalvables que separan a las familias, las inseguridades de la adolescencia y las disyuntivas que generan o la desconexión que se produce tras la ruptura de una pareja. Hay, por tanto, una reflexión sobre los valores de la sociedad en la que vivimos, una crítica a su hipocresía y nos plantea acertadamente algunos problemas morales que emanan de ella.
Además de estos relatos sobriamente construidos, donde se nos muestra de una forma lúcida algunos aspectos de nuestra realidad social, hay narraciones que intentan ser experimentales al utilizar elementos extraños al relato convencional o anacrónicos como una prosa barroca —quizás para remarcar que la retórica recargada devalúa la experiencia—, o la construcción de relatos con fragmentos de textos académicos, modificando formatos o con listados que recuerdan a Perec pero que, ante la unidad, contundencia y solvencia de los cuentos carvenianos, podrían parecernos innecesarios.
En esta colección de dieciséis relatos, se puede destacar, entre otros, el que da título al volumen donde la protagonista imparte un taller de escritura que, además de poner de manifiesto los laberintos privados de los personajes, tiene un alto componente metaliterario y desvela, de un modo personal, con cierto lirismo, sin tantas renuncias, el proceso creativo de la escritura. Saéz de Ibarra tiene una habilidad especial para sugerir la sicología de sus personajes con las descripción de apenas unas pocas acciones. Al igual que hizo Carver, consigue reflejar la vida actual, con todos sus conflictos, construyendo una trama en la que las expectativas van creciendo poco a poco.
Bulevar
Javier Sáez de Ibarra
Páginas de espuma, 2013
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