Si admitimos, como parece que ocurre en los foros académicos, que el microcuento es en la actualidad un género narrativo independiente del cuento, debemos asumir que sus diferencias están en algo más que su obvia brevedad y concisión. Ramón Gómez de la Serna hizo sus primeras aproximaciones simplificando al máximo el cuento, destilando a su mínima expresión su esencia narrativa. Estas pequeñas formas de ficción en prosa suelen venir caracterizadas por elementos fundamentales como la elipsis, la tensión en el clímax, la intertextualidad, el juego ambiguo, o el giro sorpresivo que permiten, no obstante, que exista una gran diversidad de formas, estilos y temas en torno a este género tan representativo del tiempo en el que vivimos. Sin ningún encorsetamiento teórico María Teresa Morales nos presenta un volumen editado con el cuidado artesanal que caracteriza a ediciones Depapel en el que se recoge una selección de cuentos y microcuentos cuyo eje central son las relaciones familiares. Desde la portada, se nos incita a adentrarnos en sus páginas con el sugerente título de Dulce Hogar y una imagen de una casa colorida en medio de un paisaje indefinido y su reflejo gris, lúgubre y enigmático, como si estuviera cargado de resentimiento, en una superficie de agua que se funde con ella. Es casi una evocación al cuento La casa inundada, del escritor uruguayo Felisberto Hernández, cuya excéntrica protagonista pone dos condiciones al narrador: que sepa remar y que escuche sus historias. Así, remando, vamos escuchando distintos microcuentos con distintas voces narrativas, algunos en la línea más pura de su definición, donde no faltan el desamor, el olvido, la venganza, el terror, la crueldad, la inseguridad o el sometimiento. Le siguen otros relatos en los que la prosa, sin dejar ser escueta, con su particular estilo directo, es más abundante, rellena algunos huecos y resuelve algunos enigmas pero en los que no se abandona la crítica y la denuncia a una sociedad injusta, donde se producen abusos, maltratos, donde cuesta aceptar la realidad y en la que se percibe soledad y desesperanza. La venganza y el resentimiento por la infidelidad son recurrentes en esta colección de cuentos que, como apunta en el prólogo Francisco A. Carrasco, muestran «una tremenda capacidad para crear atmósferas difíciles, ambiguas y angustiosas». Hay historias conmovedoras como la de una madre que ha perdido a su hijo, sueños que se vuelven contra los personajes que no encuentran refugio en el calor del hogar, complicidades de amigas que intentan llenar vacíos afectivos e intrigas del mundo rural. Navegando por esta colección de cuentos que surcan laberínticos espacios domésticos, conocemos la visión crítica del mundo de esta narradora cordobesa. Los textos están acompañados de ilustraciones cuidadosamente seleccionadas y elaboradas por el editor Manuel Patiño que contribuyen a aumentar el placer de su lectura.
Dulce Hogar
María Teresa Morales Rodríguez
Ilustraciones: Manuel Patiño
Ediciones Depapel, 2013
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